Corría el año 89, cuando yo con mis 10 añitos y en compañía de mi gran amigo Ernest, solíamos salir corriendo a la salida del colegio hacia aquel local que tanto nos embrujaba. En el camino hacia casa, nos topábamos a diario con un mítico local motora ubicado en mi ciudad natal, Terrassa.
Ya hacia años, en aquel local había visto las motos que ya sabía por aquel entonces que algún día llegaría a conducir...
Un día estando ya sentados entre aquellos enormes motoras, todos de aspecto rudo y de muy personal hacer... Llegó él. Un místico caballero bajó de su montura, debía ser alguien importante al ver como aquellos "hermanos", ya, lo recibían, tras los abrazos y saludos pertinentes, aquel tipo, abriendo su metálica maleta, empezó a desplegar su material sobre aquella mesa, preparada para la ocasión... De aquella misteriosa maleta, salieron objetos, curiosos todos ellos y que sin saber porque me atraían todos ellos con una fuerza superior. Años más tarde, descubriría que eran todos aquellos utensilios.
Aquel tipo, estaba preparándose para iniciar una sesión de tatuaje, en éste caso, iba a tatuarle al dueño del local un gran tigre japonés en el pecho.
Tánsolo poner la máquina en marcha... Supe que de grande quería ser como ese "hermano", quería poder transmitir aquella magia, que de manera sobrenatural se estaba apoderando de mí. Precisamente aquella sesión tubo que acabar de inmediato, el colega tatuado, se mareó muy rápidpo y el artista prefirió desmontar los bártulos y verse más adelante...
Los años pasaron, algunos diría yo, ya no mantenía un contacto estrecho con Ernest, aquel viejo y pequeño local había desaparecido y tánsolo quedaba en mí de toda aquella etapa un grato recuerdo y la misma curiosidad por aquella pequeña sesión de tatuaje que había presenciado años atrás...
Contaba con 17 años cuando pasando por una pequeña y oscura calle de Terrassa, de una planta baja parecía salir el tan peculiar sonido de lo que sin duda era una máquina de tatuar. Pasé varias veces más en otras ocasiones por ese mismo lugar llamado por el místico sonido de las agujas penetrando tinta en la piel, en todas ellas fué en balde ya que no fué hasta al cabo de los meses que un día sin darme cuenta volviendo a pasar por aquella casa volví a escuchar el sonido...
En esta ocasión no me lo pensé ni un instante y toqué al timbre, aún no sabía que decir cuando un gran tipo, lleno de tattoos y unas grandes botas militares, abrió la puerta. No hizo falta decir nada más, él me invitó a entrar y al ver lo jovencito que yo era, sonriendo me preguntó que si me quería tatuar... La verdad no pude más que explicarle el motivo por el que había llamado aquel timbre, se lo expliqué desde los recuerdos que guardaba de aquel local.
Tras explicarle mi caso, él me mostró todos sus respetos y me invitó a asistir a aquella sesión de tattoo, todo y que era el primer menor que presenciaba una sesión.
Estube acudiendo a aquel estudio tarde tras tarde y además a escondidas de mi familia, siempre fueron muy conservadores, por no exponer aquí otros adjetivos. Poco a poco me fuí soltando en aquel ambiente, era muy bien aceptado por todos aquellos tipos tan tatuados, grandotes y que vivían totalmente fuera de la ley por diferentes motivos. Me gustaba y me sentía agusto. No pasó mucho que ya fuí haciendo alguna lámina las cúales algunas se acababan tatuando, me fuí responsabilizando de mantener siempre material esterilizado y precintado, de que nunca faltasen agujas soldadas y esterilizadas. Sinceramente, cada noche al volver a casa me sentía muy especial, además cuando explicaba a los colegas donde pasaba las tardes, era la envidia sana de todos ellos.
Así fueron pasando las semanas hasta que una tarde que no había trabajo, uno de los maestros que allí tatuaban, eran dos, se me quedó mirando y me dijo: "prepárate y elígete un tattoo que te toca a tí, éste te lo regalo". Ostia me puse tan nervioso que me temblaban hasta las piernas, había visto ya muchas sesiones pero, dada mi minoria de edad aún lo veía lejano.
Elegí un pequeño tribal que taparía una parte de mis ingles, era consciente del revuelo que se originaría en mi casa si se sabía que me había tatuado... jajaja eso en aquellos años y en mi casa era una locura!!!
El segundo llegó justo al mes de haber realizado el primero, éste ya tapaba gran parte de mi brazo izquierdo y ya no podría disimularlo, era el momento de explicar lo que llevaba haciendo los últimos meses...
Aún no se me había ocurrido como explicarlo que en el estudio hubo cambios, uno de los componentes se iba a tatuar a Cuba algún tiempo para ampliar sus conocimientos y compartir aquellos que ya tenía. Nos quedábamos Pau y yo solos y teníamos bastante trabajo para un aprendiz y un solo tatuador, éramos los únicos en una ciudad de 180.000 habitantes, y aunque aún no estaba extendida la tattoocultura, los primeros ya se empezaban a animar.
Frente a esta situación, Pau preparó la mesa, cargó una máquina y me dijo: "Niño coje la máquina y hazme algo en este hueco haber que sale... Alucinante, no me lo creía, sin embargo interiormente estaba preparadísimo y seguro de mí mismo. La prueba finalizó, Pau alucinó con el resultado y sin pensarlo me preparó todo lo necesario para tener mi propio espacio para tatuar, me compró hasta una agenda para mis trabajos. Aquella noche agarramos una borrachera monumental...
Era el momento idóneo para comentarlo en casa, esta vez ya no se trataba de haberme hecho un tattoo, esta vez la cosa era más importante, me habían ofrecido aprender una profesión con la cúal ya llevaba meses familiarizado y que los resultados prometían, ya no tendría que enfrentarme a precariedad laboral, abusos y demás...
La cosa fué fatal, mis padres se negaron a permitir que su hijo viviendo con ellos pasara de tener un "buen trabajo" a irse con unos "delicuentes, vagos y maleantes" a hacer nada. Bien, decidí hacer una pequeña mochila, coger a mi perra, una loba a la que le había salvado la vida hacia algun tiempo y me fuí a casa de Pau a comentar lo que había pasado...
Él no tardó en prepararme junto al estudio una habitación donde podría vivir por tiempo ilimitado...
En aquella época, aprendí todo sobre el tatuaje, todo lo necesario para formarme como profesional, luego la experiencia te curte. Pero también fué una época de muchos excesos para mí, jaja 17 añitos, con peñita que me doblaba en edad pero que eso no tenía ningún impedimento para irnos de marcha... imaginar vosotros mismos, lo pasé cojonudo...
Habían pasado dos años y decidí ampliar un poco mis horizontes, entonces cogí mis trastos y me presenté en un estudio de Salou que acavaba de abrir las puertas justo para coger esa misma temporada estival, estube enseñando al propietario durante toda aquella temporada, se trataba de un tipo que tansólo tenía pasta para engancharse a un negocio que ya para aquellos entonces en la costa empezaba a ser rentable... Aquel tío carecía de karma, sus tattoos eran planos porque carecían de sentimiento, filosofía. Decidí pasar de él y desaparecer.
Lamentablemente pasé todo aquel invierno sin tatuar, estaba un poco "escladao" y quería descansar, me dediqué a otras cosas.
Al verano siguiente aparecí en Reus, allí la cosa fué distinto, allí había "mana" y me sentía muy bien, teníamos faena para parar un tren, lo malo, llegó la moda de los piolines, diablillos y demás dibujos que la peña se había vuelto loca para plasmarlos, empezaban a surgir "tatuadores" por todos lados...
Todo por lo que yo había querido ser tatuador se desvanecía, los clientes ya no tenían nada que ver con los de algún tiempo atrás... Por lo que decidí de momento parar la máquina...
Pasé a hacer algún tattoo de tanto en tanto en casa, a personas que en aquel momento tenían alguna importancia en mi vida y tattoos muy particulares...
Tiempo despúes, y viajando durante 5 años en una furgoneta, en algunos lugares también tatué como forma de tener ingresos rápidos, tenía la suerte de haber aprendido con los grandes y esto me abría las puertas de casi cualquier estudio. Tatué en Amsterdam, Bélgica, Berlín, Toulosse etc...
Pasada esta etapa, mi vida se "estabilizó" conocí a Ingrid, mi mujer, un año despúes nació Aiara, nuestra hija. Mi vida profesional se encaminó hacia otros oficios también de carácter independiente y demás, hice mil cosas para sin rechazar a mi integridad pudiera tirar con mi nuevo proyecto adelante, no fué nada fácil, pero no voy a entrar aquí en detalles.
Seis años despúes, pasando una temporada trabajando en la Costa Brava, descubrí el estudio del que ahora es un buen amigo. Él es el participe de haberme vuelto a inspirar a practicar aquello por lo que tanto siento, aquello por lo que vivo.
Llegando al pueblo donde vivo desde hace un par de años, ya tanía amigos esperando para ser tatuados, todo ello me han llevado a montar GOA TATTOO STUDI, lugar de expresión artística sobre la piel y de descanso y reunión para todos aquellos que quieran venir a conocerme o compartir ideas, o un rato.
Todo esto de manera muy resumida es lo que me lleva a estar haciendo en estos momentos aquello que más me gusta, esto y montar en mi chopper del '89, pero de ella hablaré en otro momento.
Gracias.
lunes, 26 de noviembre de 2007
Descubriendo una Concepción, un vivir, un arte...
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cultura del tatuaje,
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